La verdadera patria del hombre es la infancia.
Rainer Maria Rilke
La memoria colectiva, individual, institucional o privada apela permanentemente a las artes visuales en su intento de permanecer y construirse. De esto se ocupa la obra de Luciano Liberati, artista-fabricante de su propio acervo y, por ende, del de todos nosotros al exhibirlo en esta oportunidad en la Oficina Proyectista.
Coincidimos con Luciano en el profesorado de la ESFA Rogelio Yrurtia hace unos tres años. Él estaba cursando el segundo año de la orientación Pintura; y como la pintura abarca un amplio espectro dentro de las artes visuales, en aquel momento comenzó su trabajo a partir de unas fotos, apuntes y documentos hechos añicos encontrados en la calle. Con esos trozos de papel, que pertenecieron a una señora desconocida de Almagro, Luciano logró armar un intrincado rompecabezas sobre la misteriosa historia de María Cristina Ramirez. Más tarde, en otra obra, realizó un inventario/mapa dibujando escudos de miles de clubes del fútbol argentino que jamás oiremos mencionar en FOX Sports.
En esta nueva oportunidad, Luciano nos presenta una obra mediante la cual intenta dar continuidad a un recuerdo etéreo: Una actividad compartida con su padre en el período de tiempo que da título a esta muestra. Como podemos inferir, Luciano se dedica a construir historias, mapas, relaciones y espacios donde sentimos que aquello que vemos nos resulta extremadamente familiar.
Sí, hay algo de extrañeza en el proceder y la materialidad o en esas referencias que vienen a la mente: El recorte sobre cartón, el piloto ausente (atesorado en el documento como soporte), ese punto de vista propio del dibujante técnico que fue su padre junto a un brutalismo pictórico que no se soporta en esa escala tan chiquita.
En materia de referentes, creo establecer una relación formal y procedimental con el siluetazo (una obra-acción de memoria colectiva sin parangón en nuestro contexto), que en este caso también entiendo imbricada con la concepción del espacio propia del grabado de Hokusai y del dibujo japonés en muchas de sus expresiones más recientes.
Sin embargo, lo de Luciano Liberati no abona a la contemplación parsimoniosa: porque esa nueva intranquilidad y extrañamiento de aquella patria que es la infancia viene en tándem con los sentimientos que la obra de Marcel Proust En busca del tiempo perdido genera en su lector.
Encontrar una pieza elaborada desde la reconstrucción de un frágil recuerdo, que repiensa en ese proceso a la pintura descriptiva, no puede menos que celebrarse en el contexto de un arte que suele estar muy abocado a la aceleración, el esponsoreo y la falta de espontaneidad en las estrategias y procedimientos. Todo nos indica que debemos prestarle mucha atención a los desarrollos futuros de Luciano Liberati.
Salud!
Patricio Larrambebere, Mayo de 2016.
1992-1999
Luciano Liberati
JUNIO 2016